UNA BANDERA
Un anciano no puede olvidar los sucesos del 9 de enero de 1964, cuando un grupo de jóvenes del Instituto Nacional, en una gesta patriótica, quisieron izar el pabellón nacional, en lo que se conocía como la “Zona del Canal”, la cual estaba intervenida por el gobierno norteamericano y en la que perdió la vida uno de sus hijos.
A su llegada a la antigua Plaza de las 2 Banderas, sus recuerdos y ansiedades se materializan con la presencia de unas sombras, las cuales son los espíritus
de aquellos estudiantes que murieron en esa nefasta fecha y que hoy conocemos como los mártires de la patria.
Su máxima preocupación es su hijo que sobrevivió y que no acepta la evidencia histórica de los hechos tal cual se dieron.
Las sombras invocan al reacio joven y le muestran a manera de regresión, la verdad, señalando aquellos panameños que en un gesto de poco patriotismo, traicionaron los ideales panameños declarando y desvirtuando los acontecimientos, en busca de ser premiados por el gobierno norteamericano.
Luego de ver y entender que los estudiantes luchaban por nuestra soberanía, el joven se marcha con una consciencia más clara de lo que ocurrió y cómo nuestro pequeño país en ese momento fue ultrajado por el coloso del norte.
Antes de marcharse, las sombras le entregan el pabellón nacional, para que sea enarbolado en el lugar en donde se dieron los acontecimientos para que todos los que por allí pasen, no olviden la sangre derramada, por nuestros estudiantes.
De manera poética, el viejo recibe la bandera por parte del espíritu de su hijo, el cual le pidió que viva en paz, ya que su sangre derramada sirvió para que nuestro país fuera libre y soberano.
A su llegada a la antigua Plaza de las 2 Banderas, sus recuerdos y ansiedades se materializan con la presencia de unas sombras, las cuales son los espíritus
de aquellos estudiantes que murieron en esa nefasta fecha y que hoy conocemos como los mártires de la patria.
Su máxima preocupación es su hijo que sobrevivió y que no acepta la evidencia histórica de los hechos tal cual se dieron.
Las sombras invocan al reacio joven y le muestran a manera de regresión, la verdad, señalando aquellos panameños que en un gesto de poco patriotismo, traicionaron los ideales panameños declarando y desvirtuando los acontecimientos, en busca de ser premiados por el gobierno norteamericano.
Luego de ver y entender que los estudiantes luchaban por nuestra soberanía, el joven se marcha con una consciencia más clara de lo que ocurrió y cómo nuestro pequeño país en ese momento fue ultrajado por el coloso del norte.
Antes de marcharse, las sombras le entregan el pabellón nacional, para que sea enarbolado en el lugar en donde se dieron los acontecimientos para que todos los que por allí pasen, no olviden la sangre derramada, por nuestros estudiantes.
De manera poética, el viejo recibe la bandera por parte del espíritu de su hijo, el cual le pidió que viva en paz, ya que su sangre derramada sirvió para que nuestro país fuera libre y soberano.
